
La noche de ayer en el Teatro Metropólitan se vivió un viaje lleno de emociones y recuerdos. Después de años de ausencia, Taburete, la banda española de pop y rumba, regresó a México para presentarse por primera vez en el legendario teatro como parte de su gira por Latinoamérica. La atmósfera estaba cargada de entusiasmo; desde temprano se veía a fanáticos de todas las edades hacer fila, con la emoción palpable y una energía que recordaba a esos primeros conciertos cuando la banda apenas comenzaba a hacerse un nombre.
Al entrar al teatro, el bullicio aumentaba conforme se llenaban las butacas, y se sentía una conexión especial entre el público. Cuando las luces finalmente se apagaron, el estruendo de gritos y aplausos resonó en el recinto. La banda comenzó a tocar, y los primeros acordes se sintieron como una bocanada de aire fresco, como si todo ese tiempo de espera se desvaneciera al instante. No era solo un concierto, sino un reencuentro esperado, casi íntimo, con su público mexicano.


Guillermo “Willy” Bárcenas, el vocalista, no tardó en conectar con nosotros, bromeando y agradeciendo el recibimiento, y compartiendo anécdotas sobre lo especial que era México para ellos. Con cada canción, la nostalgia y la euforia se mezclaban; temas como “Sirenas” y “México D.F.” prendieron al público, que coreaba cada palabra con el alma. “¿Dónde estabas entonces?” y “Amos del Piano Bar” fueron interpretadas con una entrega tan genuina que parecía que cada nota llevaba un pedazo de historia.
En un momento, Willy se tomó una pausa para agradecer a sus seguidores mexicanos por todo el apoyo desde el inicio. Contó cómo, a pesar de la distancia y el tiempo, siempre habían sentido el cariño de México. La reacción fue tan fuerte que se hizo evidente el vínculo especial entre la banda y el país; era más que música, era una muestra de fidelidad y admiración mutua.
Cada integrante de la banda española se lució. La guitarra de Antón Carreño llenaba el espacio de una manera mágica, y la batería de Guillermo Gracia daba el ritmo perfecto para mantener a todos en pie, incluso en las baladas más emotivas. Taburete sabe hacer que cada canción se sienta como una historia que uno quiere escuchar hasta el final.



Cuando parecía que la noche estaba llegando a su fin, el público pedía más, y Taburete nos dio una sorpresa interpretando una versión especial de una canción mexicana, como un guiño de agradecimiento a nuestro país. No solo arrancaron aplausos, sino que hicieron que la conexión entre banda y audiencia se sintiera aún más fuerte.
Al salir del teatro, la sensación era de alegría y satisfacción. Taburete había logrado convertir esa noche en algo más que un simple concierto; fue un momento para recordar, una noche en la que cada canción se vivió al máximo. Fue el regreso de una banda que, sin importar el tiempo ni la distancia, siempre ha tenido un lugar especial en el corazón de sus fans en México.
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